top of page
Search

Patriotismo, Nacionalismo, Cristianismo - ¿Son compatibles?

  • Writer: Roberto Matus
    Roberto Matus
  • Aug 10, 2019
  • 6 min read

Basta escuchar la radio o mirar programas de televisión y noticieros para escuchar referencias patrióticas y proclamaciones nacionalistas combinadas con pasajes bíblicos. En muchos casos se escucha a líderes políticos y religiosos haciendo declaraciones que enturbian lo que las Sagradas Escrituras , el Nuevo Testamento en particular, enseñan al respecto de nacionalismo y aun patriotismo.


Muchos se preguntaran al leer estas líneas ¿Qué enseña el NT sobre el nacionalismo? ¡En realidad, mucho! Esto es, si investigamos, estudiamos las Escrituras, examinamos la historia e interpretamos correctamente la evidencia que se nos es presentada.


Dios, los Judíos, y la Historia


En su obra del mismo título, Max Isaac Dimon, judío nacido en Lituania, que creció en Helsinki y con su familia emigro a los Estados Unidos, sirvió como oficial de inteligencia durante la II Guerra Mundial, y más tarde fungió como experto en relaciones públicas para una cadena de tiendas en el Sur de los Estados Unidos detalla en su libro God, Jews and History la historia de su pueblo a través del mundo. Dimon enfatiza el profundo nacionalismo de los judíos a través de su historia. Nacionalismo ha irrumpido en el ámbito Cristiano actual con una fuerza nunca antes vista.


Cabe notar que el pueblo Judío en los tiempos de Jesucristo y por consiguiente en la era apostólica, habían entendido claramente que eran “el pueblo escogido” de Dios y ello había resultado en profundo orgullo nacional, una excepción entre las naciones del mundo conocido e hizo posible una baja estimación de otros pueblos. Nacionalismo, el amor por la nación a la cual pertenecían los hizo sentir en gran modo, espiritual y religiosamente superiores a otros pueblos.


Los sentimientos de patriotismo y nacionalismo no son nada nuevo entre los seguidores de Jesús. Pensar que la Escritura (NT) no tiene nada que decir al respecto y creer que Dios es conservador o liberal, que lo cubre una bandera de color rojo o azul es completamente erróneo.


En su recorrido por Macedonia y Grecia, Pablo “instaba a judíos y a griegos” a creer en Jesucristo y convertirse a Dios (Hechos 20:21). A los Gálatas les llamó torpes por la manera que aceptaban las aseveraciones de los judíos locales con respecto a la fe y el mensaje de la Buenas Nuevas como algo limitado a genealogías, al pacto del Señor con un solo pueblo, los descendientes de Abraham, Israel, como los únicos hijos de Dios; Pablo proclamó “Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús, porque todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo. Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús. Y, si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa.” (Gálatas 3:26:29).


Patriotismo es el amor al país donde nacimos; es un amor que muchas personas en muchos países tienen por la tierra que los vio nacer. Es un amor agradecido, sano, por todo aquello que evoca el terruño que fue tu cuna. Ese amor nos hace decir: “¡Como mi país o tierra no hay otra!”. Es el mismo amor que cuando un equipo deportivo gana una mención especial o galardón olímpico o medalla de oro por sus proezas en el campo deportivo. Mejor dicho, todo aquello que nuestra tierra o país alcanza y que es digno de mención honorifica. Nadie toma ofensa de ello, y nadie lo utiliza como herramienta de guerra. Patriotismo sano lleva a todos a examinar la filosofía, políticas, comportamiento de nuestra tierra con honestidad, sinceridad y de la misma manera que nos enorgullecen sus alcances, también lloramos y sufrimos cuando observamos aquellas cosas que no nos causan orgullo. Nos invita a implorar y a buscar un cambio de rumbo.


Nacionalismo por otro lado, toma ese amor por el país y lo amplifica para significar amor por el país a expensas de otros pueblos. Declara que otras naciones son simplemente letrinas, y por ende, hace que sus gentes sean percibidas y etiquetadas como “menos que seres humanos” y por lo tanto, deben ser expulsados, a la fuerza si es posible, para así preservar la calidad del grupo social predominante y proteger lo que considera sus privilegios. Los que creen esto tienen una fuerte inclinación a decir: “Mi país es mejor que el tuyo, tu eres menos civilizado, no eres inteligente, y no sirves para nada por tu origen”. Nacionalismo ciego y enfermizo tiende a negar las fallas morales, abrillanta las sucias y oscuras actividades, se niega a escuchar las voces que demandan cambio y las tilda de enemigos y traidores. Peor aún, proclama que todo está bien y que permanecerá firme e inmovible en su empeño de ser aceptado como la mejor opción.


Nacionalismo no es un fenómeno socio-cultural que afecta a los Estados Unidos solamente, muchas otras naciones y pueblos lo sufren, de hecho ocurre en todos los continentes. Este es un efecto de aún un más grave problema humano: el pecado.


Pablo lo trató como tal: un grave problema espiritual que solamente creyendo en Jesús, por medio de fe y obediencia fiel y plena a los estatutos, reglas y enseñanzas del Señor podían los judíos aceptar que el evangelio era para todos sin distinción alguna y que la nueva naturaleza (nuevas criaturas) sobrexcedía genealogías, regiones geográficas y hasta alineaciones políticas. En Colosenses 3:11 encontramos la amonestación más clara al respecto: “En esta nueva naturaleza no hay griego ni judío, circunciso ni incircunciso, culto ni inculto, esclavo ni libre, sino que Cristo es todo y está en todos”.


Al parecer, Jesús amaba a su pueblo, sus gentes, y lo amaba con amor profundo que no cegaba su observación al respecto de la conducta que demostraban con respecto a Su llegada muchos de sus compatriotas. Lucas 13:31-35 se encuentra un relato de como Jesús en medio de la pompa, algarabía y hasta alegría de los que le recibieron, se detuvo, lamentó y lloró porque la ciudad y por extensión todo Israel, no reconoció Su señorío y que desconocía el peligro inminente, la destrucción de Jerusalén diciendo: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste!”. Jesús no mostró odio, ni desprecio hacia su tierra, ni quería nada malo para su país, en cambio quería lo mejor. En cambio ellos no escucharon y no estaban dispuestos a escuchar.


Para los cristianos, su lealtad fundamental, primaria, básica es para con Dios y Su Iglesia. Esto significa que el patriota cristiano debe estar en desacuerdo con su país cuando este hace cosas indebidas y contra la ley del Señor; debe también elevar su voz cuando la opresión, abusos, falta de misericordia y compasión son evidentes. También puede significar desobediencia civil sobre políticas en temas de aborto, masacres de grupo, violaciones de derechos humanos y tortura. Puede también incluir la defensa de la libertad religiosa aun de aquellas que van en contra del cristianismo. Toda clase de opresión en todas sus formas cae dentro de la responsabilidad cristiana.


No debemos olvidar que Jesús murió por personas de todas las naciones, poniendo su propia nación por debajo de las necesidades de cada una de esas personas. En la perspectiva de los nacionalistas judíos, Jesús y más tarde Pablo estaban traicionando a su propio pueblo al difundir las Buenas Nuevas a los gentiles y ellos buscaban a toda costa evitarlo.



En conclusión, el patriotismo es algo piadoso y bueno para nosotros si le asignamos lugar apropiado dentro de nuestras vidas; siempre y cuando mantengamos en mente, que nuestra lealtad es primeramente para con el Reino de Dios y que nuestra ciudadanía está cimentada en lugar muy elevado y alejado del entorno terreno: “En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo.” Filipenses 3:20. El nacionalismo en cambio es nocivo y toxico para aquellos que lo creen y practican. Es una filosofía que devalúa y pisotea el valor intrínseco de todas las personas – la imagen de Dios en ellos, y dicho sea de paso, es una ofensa a Dios, el Señor y Creador del universo y todo lo que hay en este.

Cuando los cristianos ponemos el amor a Dios, Su Reino, por encima de nuestras lealtades humanas estamos tomando un vistazo del futuro que Dios ha prometido a Su Iglesia y que será para siempre. El apóstol Juan en la isla de Patmos (Apocalipsis 7:9-10) describió su visión para nosotros y así visualizar ese futuro:


“Después de esto miré, y apareció una multitud tomada de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas; era tan grande que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y del Cordero, vestidos de túnicas blancas y con ramas de palma en la mano. Gritaban a gran voz: « ¡La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!»


Todos los creyentes estaremos un día delante de Dios clamando nuestra lealtad a Dios por encima de lealtad a un país. Sería bueno empezar a vivir ese momento desde ahora.


 
 
 

Comments


© 2023 by The Voice Project. Proudly created with Wix.com

  • Facebook App Icon
  • Twitter App Icon
  • YouTube App Icon
bottom of page